El barco entre la niebla , livre ebook

Edilivre - Marcelino Eugenio Ruiz López

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28 pages

Français

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Description

El barco entre la niebla es una historia de suspenso y terror para niños, que te tendrá al borde de la silla, que no podrás dejar de leer hasta conocer el desenlace.
Se trata de una secuencia de sucesos entrelazados en la que tres pequeñines serán puestos a prueba por situaciones que normalmente tendrían que ser resueltas por adultos, y que en esta ocasión las condiciones y el ambiente obligarán a tres intrépidos valientes a sacar la garra y rifarse el físico para salvar la situación y sus vidas.
Mientras que uno de ellos se yergue como un líder indiscutible, con una tenacidad inusual para su edad, otra se destaca como una impredecible, pícara e intrépida valiente, haciendo el contraste perfecto robando cámara con su irreverente carácter.
En tanto que el tercero hace el papel de moderador, equilibrando las emociones y poniendo los pies sobre la tierra para tener en control la situación.

Sujets

Juvenile Nonfiction

Jeunesse

Informations

Publié par	Edilivre
Date de parution	06 juillet 2017
Nombre de lectures	1
EAN13	9782414070565
Langue	Français

Informations légales : prix de location à la page 0,0037€. Cette information est donnée uniquement à titre indicatif conformément à la législation en vigueur.

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Cet ouvrage a été composé par Edilivre
175, boulevard Anatole France – 93200 Saint-Denis
Tél. : 01 41 62 14 40 – Fax : 01 41 62 14 50
Mail : client@edilivre.com
www.edilivre.com

Tous droits de reproduction, d’adaptation et de traduction,
intégrale ou partielle réservés pour tous pays.

ISBN numérique : 978-2-414-07054-1

© Edilivre, 2017
El barco entre la niebla

Estos eran un niño y una niña, que querían salir de vacaciones con Papá y Mamá, él se llamaba Piripeco y tenía 11 años, aunque estaba muy bien desarrollado y robusto, su pelo negro, quebrado y bien peinado, su tez clara, su nariz recta y sus ojos aguzados daban la impresión de madurez, pero su conversación amable e inocente lo delataba como un niño feliz y de buenos modales.
Y ella se llamaba Pirifina, de 9 años, de cabello rubio, no muy alta y delgadita, pero con unos ojos negros de pícara, que parecía que andaba buscando culpables y más de cuatro tenían cuidado de no meterse con ella y con sus pecas.
Papá había ahorrado desde hacía dos años para llevarlos a la playa, y ellos habían prometido estudiar con muchas ganas y contentos en la escuela, para animar a Papá y Mamá a juntar más rápido el dinero para sus vacaciones. Por fin habían cumplido todos, los niños con ir contentos a la escuela, aunque algunas veces no iban de muy buena gana, pero para que Mamá no se diera cuenta, cuando salían para la escuela se despedían de Mamá con una sonrisa pelando la mazorca.
– Ya nos vamos a la escuela Mamá.
Se despedía Piripeco.
– Me muero de ganas por llegar a la escuela.
Decía Pirifina, sin disimular el sarcasmo.
– Así me gusta marineros.
Mamá había cumplido hasta de sobra ya que se le cargaba más el trabajo a ella, que hacer la comida, que lavar la ropa, que limpiar la casa, que ayudar con la tarea, que atender al latoso de Papá, pero Mamá lo hacía con mucho gusto porque los amaba a todos. Papá desde luego había trabajado muy duro para que en la quincena le sobrara un dinero extra.
Por fin estaban ya todos muy contentos en el avión rumbo a la playa de cocos, y se hospedaron en el hotel “Paquete tuestes”, entonces dijo Papá.
– Instálense y descansen porque saldremos muy temprano.
– Marineros a sus camarotes.
Dijo Mamá.
– A sus órdenes capitana.
Se cuadró Piripeco.
– Ya vooy.
Contestó Pirifina con desgano, porque ella quería irse a la playa en ese mismo momento, ya se le quemaban la habas.
Al otro día muy temprano estaban instalándose en una barcaza que Papá rentó y, se hicieron a la mar, el meteorológico había pronosticado buen tiempo, navegaron por una hora cuando de repente el cielo se llenó de nubes negras que chocaban unas con otras emitiendo unos relámpagos espeluznantes, entonces Papá dijo entre dientes.
– Hay estos noticieros y sus pronósticos, se parecen a los pronósticos deportivos nunca le atinan.
El barco empezó a rebotar en el mar que estaba muy agitado mientras la tormenta arreciaba.
Piripeco abrazó a su hermanita.
– Agárrate fuerte Pirifina.
Pirifina era pequeñita pero de carácter, y abrazada de su hermano le dijo.
– No tengas miedo hermanito yo...