Aventuras de Gil Blas de Santillana. Robadas à España y adoptadas en Francia por Le Sage; restituidas à du patria y a su lengua nativa por un español zeloso que no sufre se burlen de su nacion

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Alain René Le Sage , José Francisco De Isla , Robarts - University Of Toronto

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'-^í*; ffa^%PRESENTED TO THE LIBRARY i BY :^^^ PROFESSOR MILTON A. BUCHANAN OF THE v^ DEPARTMENT OF ITALIAN AND SPANISH 1906-1946w.a^iaiii4i SE GIL BLAS ©S SASáTILLAMA. TOMO TERCERO,DE GIL BLAS DE SANTILLANA. ROBADAS A ESPAÑA Y ADOPTADAS EN FRANCIA RESTITUIDAS A SU PATRIA Y A SU LENGUA KATIVA POR ÜN ESPAÑOL ZBLOSO ««« no SUPItE SK UURLCN DB %V NACIOK. TOMO III. l3ai'fdonii: VIUDA f. HIJOSIMPRKNIA DK I.A T)K GORCHS, A«n 1836. *>» .43^*ü^iao^HíiBüs DB ©Sí€ÍIL BLAS SARíTILLA^íAí SIGUE EL CAPITULO BíOlfO. ({uc medios Gil BlasPor hizo en poco tiempo una fortuna considerable, do como tomó oi aire de importancia.y persona de •Este negocio me engolosinó; diez doL>loy nes que di á Scipion por su corretage lo ani- maron á hacer nuevas pesquisas. Ya lie cele- brado sus talentos sobre esto; se le podia dar el título del grande Scipion. El segundo peni- tente que me llevó fue un impresor de libros de caballería, que se habia enriquecido á pesar de la razón juicio. Este impresor iiabia con-y trahecho una obra de uno desús compañeros, que se habia aprehendido. Por trescientosduca- dos le desembargué sus ejemplares, salvéley de una gruesa multa. Auuípje esto no fuese de inspección primer ministro, S. E. (|uisola del6 GIL BLAS. por mi súplica interponer su autoridad. Dea- pues del impresor vino á mis manos un mer- cader; hé aquí su negocio: un navio portu-y gués habia sido apresado por un corsario ber- por otro deberisco, represado Cádiz. La&y dos terceras partes de mercancías de que esta- pertenecian á un mercader de Lis-ba cargado que habiéndolas reclamado inútilmente,boa, á la corte de España á buscar un protec-venia tor que tuviese bastante crédito para hacérse- las dar. Tuvo la fortuna de encontrarlo en mí. por él, atrapó sus efectos,Me interesé me-y diante la cantidad de cuatrocientos doblones. Me parece que oigo al lector gritar en este punto: ánima, señor de Santillana, ajústese V.. las botas, pues lleva gran camino para adelan- tar su fortuna. No, no dejaré de hacerlo. Si na me engaño veo llegar mi criado con un nueva quidam que acaba de agarrar. Justamente es Scipion. Escuchémosle. Señor, me dice, permí- tame que le presente este famoso empírico;V. pide un privilegio para vender sus drogas por de diez años enespacio todas las ciudades de la monarquía de España, con esclusion de cuales- otros, es decir, quequiera se prohiba á las personas de su profesión establecerse en los lu- gares donde esté. Por via de reconocimiento dará doscientos doblones al que le saque el pri- vilegio. Yo dije al charlatán, haciendo del pro- tector: id, amigo mió, vuestro negocio corre de mi cuenta. En efecto, pocos dias después le

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